La otra tarde aprovechamos el acto inaugural del ascensor inclinado de San Juan para acercarnos a otro proyecto que tenemos en marcha en la zona y que también ha acabado formando parte del conjunto de espacios libres del Barrio del Monumento.
Fuimos los primeros usuarios en pasear por la plataforma colgada -recientemente descalzada- que recorre el yacimiento permitiendo visitar los restos sin interferir en las labores arqueológicas.
Debido a las obras efectuadas para la línea 1 del Metro de Sevilla, se llevó a cabo una excavación arqueológica en la Antigua Plaza de la Aviación, en San Juan de Aznalfarache, a cargo de un equipo de arqueólogos dirigido por Dña. Laura Mercado Hervás y coordinado por D. Florentino Pozo Blázquez. La importancia de los restos allí encontrados, motivó el encargo de la realización de este proyecto para la protección del yacimiento arqueológico y su puesta en valor.
Fuimos los primeros usuarios en pasear por la plataforma colgada -recientemente descalzada- que recorre el yacimiento permitiendo visitar los restos sin interferir en las labores arqueológicas.
Debido a las obras efectuadas para la línea 1 del Metro de Sevilla, se llevó a cabo una excavación arqueológica en la Antigua Plaza de la Aviación, en San Juan de Aznalfarache, a cargo de un equipo de arqueólogos dirigido por Dña. Laura Mercado Hervás y coordinado por D. Florentino Pozo Blázquez. La importancia de los restos allí encontrados, motivó el encargo de la realización de este proyecto para la protección del yacimiento arqueológico y su puesta en valor.
El lugar objeto del proyecto está enclavado en la vaguada existente entre los dos cerros que forman el promontorio, y esta posición hace que se haya configurado como lugar de paso territorial obligado hacia la vega de Triana a lo largo del tiempo. La existencia de estos dos promontorios elevados, hará que a lo largo de la historia se asienten sucesivamente, los romanos en el cerro norte, fundando la ciudad de Osset, y más tarde, en época islámica, los árabes en el cerro sur, construyendo una alcazaba denominada Hisn-az-Zahir en un primer momento, y más tarde, en época almohade, Hisn-al-Farach. Entre estos dos recintos amurallados se construirá una puerta, de tal forma que el paso natural a través de la vaguada pudiera estar controlado.
La ubicación del yacimiento arqueológico se encuentra en el centro geométrico del barrio de Virgen de Loreto por lo que la pieza de protección de los restos se convierte en este caso en la excusa para redescribir los flujos y las circulaciones de la zona.
Así la principal estrategia de intervención se basa en generar un contenedor permeable que, al mismo tiempo que protege del deterioro los restos de la muralla, activa las relaciones entre el contexto urbano actual y los estratos arqueológicos, configurándose más como membrana de transición que como objeto arquitectónico.
A este hecho contribuyen tanto la configuración del volumen edificado -hendido en dos partes por una pasarela elevada sobre los restos arqueológicos que se convierte en un recorrido urbano alternativo- como el sistema envolvente -conformado por una doble piel que cubre el espectro que va desde lo opaco e impermeable a lo totalmente abierto, pasando por toda una gama de veladuras y situaciones intermedias con diferentes grados de permeabilidad visual y física-. El sistema de sustentación también contribuye a este hecho evitando interferir sobre el nivel arqueológico recurriendo a una estructura metálica que se apoya en el perímetro salvando las luces mediante vigas de gran canto desde las que cuelga un plano plegado flotante que, a modo de pasarela, facilita el último acercamiento al nivel de los restos.