25 de junio de 2012

BÜRO PIN_SUKO



El hombre, aún viviendo en colectividad, siempre ha necesitado lugares donde preservar su intimidad y tener una relacion cercana con los objetos que sin ser valiosos, acompañan su existencia. Siempre he apreciado compartir el espacio "público" con compañeros, familia o incluso desconocidos, preservando un pequeño reducto personal desde donde observar el mundo. Durante la infancia el embalage de un nuevo electrodoméstico era la habitación soñada donde pasar las tardes y el único espacio sentido como propio; de la misma forma que la prenda más apreciada era aquella que tenia agún bolsillo oculto, lugar recóndito donde guardar pequeños secretos y minúsculas posesiones de aquel ser que con 6 o 7 años añoraba un espacio propio. El burö es quizás el mueble que más se acerca, de todos los que acompañan nuestra existencia, a ese lugar íntimo y personal donde refugiarse para escribir, leer o trabajar a la vista del resto de los usuarios del espacio colectivo/doméstico en el que se inserta y sus límites, aún siendo virtuales, dibujan una atmósfera de confort al abrigo del mundo exterior.

Un mismo espacio es capaz de ser otros muchos, sólo en función de los objetos que lo habitan y ante la aparente inmutabilidad de la arquitectura, son estos los que ofrecen las suficientes posibilidades de cambio  necesarias para que el espacio pueda acompañar, adaptándose a las circunstancias, la vida de su inquilino. Tal cualificación, que podría calificarse como funcional, de la arquitectura por parte de los objetos, es tan completa y eficaz que en ocasiones sobre ellos recae exclusivamente la especialización programática de la arquitectura.


La escenografía teatral trabaja frecuentemente con los niveles más altos de la capacidad expresiva de los objetos domésticos de forma que una habitación vacía con un sofá puede representar la sala de espera de un dentista.



Gran parte de la arquitectura doméstica está fugazmente atrapada entre la abstracción espacial y la determinación funcional del mobiliario, de forma que cada pieza puede usarse de comedor, dormitorio o sala, sólo dependiendo de los muebles que se instalen en ella.

Es en este contexto en el que diseñamos este escritorio que como pequeña arquitectura dentro de otra arquitectura, abrigará la vida de una persona y especializará un pequeño lugar de una casa, una suerte de cofre íntimo, que al desplegarse tranforma la estancia en la que se encuentra en un lugar de estudio o trabajo.