En el mes de noviembre/2019 y en colaboración con nuestra compañera Irene de Bustamante, nos presentamos al concurso para la construcción de las nuevas oficinas de la Seguridad Social en Lucena. Aunque nuestra propuesta arquitectónica fue la mejor valorada, hemos quedado en el segundo puesto porque el equipo ganador hizo una baja del 56 %, superándonos en la puntuación total.
Aprovecho la ocasión para reflexionar sobre esta carrera a la baja de los honorarios, que sin duda desembocará en una bajada de la calidad de nuestro trabajo y de los edificios que se construyan con nuestros proyectos. Hago una crítica especial a la figura jurídica de la "baja temeraria", que debería excluir automáticamente a los licitadores que incurrieran en ella, siendo en la actualidad una figura hueca, puesto que a la propuesta con mayor puntuación y en baja temeraria, la administración le pide su justificación cumpliendo una mera formalidad, y sea cual sea esta, le adjudica el contrato.
Creo además que en los concursos de arquitectura en los que los licitadores concurren con propuestas arquitectónicas, no cabe más fallo del jurado que el de elegir la mejor propuesta. Para ello la administración debería fijar unos honorarios, los licitadores acudir a la licitación en caso de que les resulte rentable, y en todo caso elegir siempre el mejor proyecto.
No tiene sentido que en una obra de 3.000.000 millones de euros, la administración ejecute un proyecto de menor calidad porque el licitador de esa propuesta hace una oferta 10.000 euros mas baja.
Aprovecho la ocasión para reflexionar sobre esta carrera a la baja de los honorarios, que sin duda desembocará en una bajada de la calidad de nuestro trabajo y de los edificios que se construyan con nuestros proyectos. Hago una crítica especial a la figura jurídica de la "baja temeraria", que debería excluir automáticamente a los licitadores que incurrieran en ella, siendo en la actualidad una figura hueca, puesto que a la propuesta con mayor puntuación y en baja temeraria, la administración le pide su justificación cumpliendo una mera formalidad, y sea cual sea esta, le adjudica el contrato.
Creo además que en los concursos de arquitectura en los que los licitadores concurren con propuestas arquitectónicas, no cabe más fallo del jurado que el de elegir la mejor propuesta. Para ello la administración debería fijar unos honorarios, los licitadores acudir a la licitación en caso de que les resulte rentable, y en todo caso elegir siempre el mejor proyecto.
No tiene sentido que en una obra de 3.000.000 millones de euros, la administración ejecute un proyecto de menor calidad porque el licitador de esa propuesta hace una oferta 10.000 euros mas baja.