Nos hacemos cargo de este nuevo trabajo que tiene como
objetivo principal la elaboración de un Plan Director sobre el Monumento que marque las directrices sobre usos, mantenimiento, reformas, rehabilitaciones y restauraciones, en definitiva las intervenciones sobre este importante conjunto arquitectónico de composición heterogénea en cuanto a su origen, ocupación, estado de conservación, etc. Aunque históricamente el Arzobispado de Sevilla ha sido extremadamente cuidadoso con el conjunto, es necesario un documento que armonice, con visión global, las actuaciones que continuamente hay que llevar a cabo en un edificio completamente ocupado y vivo, que conserva su uso desde 1.251. Pretendemos que este Plan Director tenga un horizonte de 10 años.
El Palacio Arzobispal goza de un enclave único en
el casco histórico de Sevilla, junto a la Catedral, Giralda, Reales Alcázares y
Archivo de Indias. Es reconocido fundamentalmente por su fachada que en el
entorno de la Catedral y ante la magnitud de esta última, pasa algo inadvertida.
Su historia como tal, comienza inmediatamente
después de la Reconquista de Sevilla por el Rey Fernando III de Castilla en
1248, ya en 1251 el rey cedió unas casas al Obispo de Segovia Raimundo de Losana. Siendo la
base del palacio las casas cedidas, fue ampliándose a lo largo de los siglos
hasta que a mediados del S. XVI se lleva a cabo una gran reforma que le da la
estructura actual en torno a dos patios principales y varios accesorios. La fachada que contemplamos hoy, se construye ya en el siglo XVIII y está considerada una de las
mejores del Barroco Sevillano. Cuenta con una extensión en
planta de 6.700 m² ocupando casi toda la manzana
que da frente a la Plaza Virgen de los Reyes entre las calles Placentines y Don
Remondo.
La Sevilla del quinientos y seiscientos, en la que
el edificio experimenta su más profunda transformación, goza de una intensa
actividad constructiva, se estaba acabando la Catedral, levantando el nuevo Ayuntamiento, el Hospital
de la Sangre o de las Cinco Llagas, la Lonja de Mercaderes, la Alhóndiga, la
Aduana, la Casa de la Moneda, la Real Audiencia, obras en el Alcázar etc. Gran
cantidad de construcciones civiles y también religiosas que reflejan el
esplendor de la ciudad en esos momentos.
El inmueble ha sido residencia de los Arzobispos
de Sevilla desde el nombramiento de Don Remondo como primer Arzobispo y excepcionalmente
en el siglo XIX, durante la Invasión Francesa, alojamiento
del Mariscal Soult y sus oficiales como sede de la Comandancia General. El edificio fue
catalogado como Monumento Nacional en 1969.